En las profundidades de Atlantis, donde el tiempo se movía en formas incomprensibles y los secretos ancestrales permanecían ocultos en las sombras del pasado, vivía un saurio Hombre Lagarto llamado Timeo. Timeo era un guerrero formidable y, en otro tiempo, había sido una pieza clave en el único equipo de Blood Bowl de Atlantis, los Dragones Acuáticos, que habían ganado la Gran Final bajo la tutela del famoso entrenador Nicolas Cage.

Sin embargo, el éxito había sido efímero, y Atlantis había sucumbido a las misteriosas fuerzas que la habían sumido en las profundidades del océano. El estadio sumergido y el equipo de Blood Bowl se habían convertido en leyendas olvidadas por el mundo exterior.

Timeo, junto a su fiel amigo eslizón llamado Critias, había sobrevivido al cataclismo que sumergió Atlantis. Juntos, habían explorado las ruinas sumergidas en busca de tesoros perdidos y pistas que pudieran llevarlos de regreso a la superficie. Pero sus aventuras habían sido infructuosas, y Atlantis seguía siendo su hogar.

A pesar de la tragedia que había caído sobre su equipo y su ciudad, Timeo y Critias no habían perdido su pasión por el Blood Bowl. Se entrenaban día tras día en las profundidades, practicando sus movimientos y estrategias en el estadio en ruinas donde una vez habían sido campeones.

Un día, mientras exploraban una sección desconocida de las ruinas, Timeo y Critias descubrieron un antiguo pergamino que prometía la clave para regresar a la superficie. El pergamino estaba lleno de símbolos y jeroglíficos, pero su significado estaba oculto. Decidieron llevarlo a un anciano saurio que había sobrevivido a la caída de Atlantis y que era conocido por su sabiduría.

El anciano, tras estudiar el pergamino, reveló que contenía un antiguo ritual que, una vez completado correctamente, abriría un portal hacia la superficie. Con determinación, Timeo y Critias comenzaron a prepararse para realizar el ritual, entrenando más arduamente que nunca en el estadio en ruinas.

Finalmente, el día del ritual llegó. Timeo y Critias, con el pergamino en mano, realizaron los complicados movimientos y recitaron los antiguos cánticos. Un brillo mágico los envolvió, y un portal se abrió ante ellos. Con el corazón lleno de esperanza, cruzaron el umbral y emergieron en la superficie, dejando atrás las profundidades de Atlantis.

El mundo exterior era muy diferente de lo que recordaban. La civilización había avanzado mucho desde su desaparición, y el Blood Bowl había evolucionado también. Timeo y Critias se unieron a un equipo local y se encontraron compitiendo en una nueva liga, utilizando las habilidades que habían perfeccionado en las profundidades.

Aunque Atlantis seguía siendo un misterio sin resolver, Timeo y Critias habían encontrado un nuevo hogar en la superficie, donde su legado como campeones de Blood Bowl de Atlantis seguía vivo. Juntos, continuaron su viaje, enfrentando desafíos y escribiendo una nueva historia en el mundo exterior mientras mantenían viva la memoria de su amada ciudad sumergida.